Hablamos
del último disco de la artista islandesa es del año 2011 muy nocturno e
introspectivo y fantasioso a la vez, como sugiere el aspecto de la portada
donde aparece una imagen barroca y bastante espectacular de la artista (y no es
la primera vez que utiliza este recurso, véase la del álbum Homogenic) aunque
en casi todos sus discos aparece su imagen en portada, por encima de un fondo
de constelaciones y estrellas.
Una de
las constantes de este disco desde su inicio (la canción Moon) no es un
sonido o melodía continuada, sino como un repiqueteo electrónico de teclados
como si la pulsión de las teclas fuera un efecto percusivo y sobre unas bases
que se repiten y la voz y coros de la artista que le dan el sentido melódico al
tema, mientras que la pulsión sería pues eso un tipo de percusión que no
formaría las principales piezas de una batería por ejemplo, sino notas musicales.
La
segunda canción Thunderbilt ya incluye una auténtica percusión programada.
La
tercera Crystalline ya sería un pop
electrónico en el sentido tradicional, también es una de las aristas del disco,
como una de las canciones de más fácil escucha, o sea que entra más rápidamente
y que acaba con unos ritmos muy potentes que rompen con lo que era la canción
hasta el momento.
Este es
un disco muy especial por su imaginería cósmica por decirlo así y minimalista a
la vez. Y es en
este disco donde Björk da un nuevo vuelco a su sonido, una nueva reinvención
como si de un nuevo David Bowie se tratase.
Cosmogony
es una balada más clásica y sentimental a su manera, como si fuera la Björk de
siempre, que si
lo es como creadora, pero que en cada disco no es así porque va cambiando o
mutando con lo que ella misma crea o sea, su capacidad creativa.
Dark
Matter es una pieza más abstracta después de que el disco haya ido creciendo en
cuanto a lo lírico.
Después
de describir por encima el disco puedo decir que la sensación que me produce es
algo así como una música primigenia de más allá de la humanidad, muy anterior,
de hace eones, sobre todo alguna canción como la de Hollow que utilizando un
símil, sería para mí como la música de los Ainur creando el mundo con un
Melkor como nota discordante y ambiciosa que rompe el equilibrio, pero que así
ha de ser porque no puede existir el bien sin el mal.
Virus
sería un segundo repunte pop tras la agresividad musical de Hollow, es otra
balada triste y apasionada como ella suele hacer.
Sacrifice
más oscura y menos tierna que la anterior, en su inicio resulta también
agresiva en las partes que la percusión rompe y transforma la canción. Mutual
Core continuaría con la oscuridad pop de la anterior.
También
Lovecraft me viene a la mente en la escucha de varios pasajes de la obra, la
descripción de esos dioses primigenios y primordiales en un sentido cósmico, y
en las criaturas que poblaron la Tierra y las obras que crearon millones de
años antes de la existencia del ser humano. Así como también se me pasa por la
cabeza otras referencias literarias a las que ya he aludido; como el hundimiento
de Thangorodrim.
La
última canción Solstice representa para mí después del viaje por el disco una
vuelta al principio de sus premisas, como si se hubiera cumplido un ciclo, así
igual que el día, los astros, o los paisajes nocturnos de constelaciones.
Recomiendo
si piensan adquirir el álbum, que lo hagan en la versión con Bonus Tracks, que
sirven como complemento y enfatizan más las emociones del disco como la nueva
versión u original de Hollow o la de Dark Matter que también consigue ese
efecto con sus variaciones respecto del álbum en su origen.
Nattúra
es ya un algo aparte, ya que se trata de una potente y orgánica percusión a la
vez que rotunda con una prácticamente nula instrumentación por encima y que
produce un gran efecto con la artista islandesa cantando o recitando en su
idioma natal.
Para
acabar, el disco crea una profunda impresión que solo se consigue con la
escucha consecutiva de todos sus temas piezas adicionales incluidas.
E.
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