La mente como ente abstracto, situada en el cerebro, controla todo nuestro cuerpo. El buen funcionamiento de todos nuestros órganos y vísceras dependen de las órdenes que el sistema nervioso central envía a la periferia. Cualquier alteración cerebral repercute en el funcionamiento del organismo.
Así pues, nuestros pensamientos pueden repercutir en el funcionamiento corporal. Un pensamiento negativo, pesimista, obsesivo, puede llegar a desencadenar enfermedades físicas.
Está comprobado que el estómago es un centro donde se manifiestan las enfermedades psicosomáticas. Una alteración mental o emocional se somatiza en enfermedades del estómago. Muchas úlceras son reflejo de situaciones de stress o de tensión.
También el corazón es reflejo de realidades anímicas y de los sentimientos. Una situación de profundo dolor puede dar lugar a enfermedades cardíacas.
Hay teorías que indican que la hiperglucemia o aumento del nivel de azúcar en sangre es reflejo de un carácter excesivamente controlador.
Un pensamiento obsesivo nos dará lugar a dolores de cabeza y migrañas frecuentes.
Y sobre todo, el pensamiento crea la realidad.
Un pensamiento negativo nos dará lugar a circunstancias negativas en nuestras vidas y un pensamiento positivo nos atraerá circunstancias positivas. Esto es así porque el pensamiento es el impulsor de nuestras acciones y de nuestras acciones deriva todo lo que nos sucede.
Por eso la mente incontrolada es un enemigo para el que no tiene control sobre ella. Con un buen control se canaliza todo en la dirección correcta y conseguiremos todos nuestros objetivos.
Lida.
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