17 de febrer del 2025

MALLORCA

Extraída de: https://www.elmundo.es/viajes/el-baul/2022/01/22/61eab9ebfc6c83fc028b4584.html

¡Hola! Querría hablarte de Mallorca, una isla mágica en donde te sientes liberado.

Mallorca es una isla llena de luz. Todos sus rincones tienen un encanto especial. Yo estuve en un hotel muy bonito con piscina y toda clase de detalles. Estaba a pensión completa, por tanto, no tenía que preocuparme de nada. El primer día decidimos alquilar un coche y, ni cortos ni perezosos, nos fuimos del hotel después de desayunar directos a buscar un coche de alquiler. A la tercera como no, encontramos un coche con unas condiciones que eran las adecuadas. Cogimos el coche y el Google Maps y… ¡al ataque! Conducimos dirección norte, cogimos una autovía. Al cabo de una hora y un poco más, encontramos una salida que coger. Salimos y, pasando por unas carreteras comarcales hasta llegar a un pueblo de costa, nos dirigimos al mar. Sin saberlo nos encontramos en una cala rodeada de arrecifes y árboles. Era un día cálido, caía el sol, no llevábamos bañador porque era invierno. Pero con la ropa interior había bastante, al agua que nos fuimos, suerte que hacía calor.

El agua era transparente, cristalina, el olor a pino con el calor y el mar creaba una sensación muy especial. Además, la luminosidad de los árboles y el agua se reflejaba como un espejo en el cielo.

La temperatura era ideal, yo creo que era la mejor hora, antes de comer, al mediodía. Deberían ser las doce y media, más o menos. Después de bañarnos sin decirnos nada, nos vestimos y fuimos directos al coche. ¿Dónde vamos a ir? Nos preguntamos. Pues hacia el norte de la isla. Cogimos una carretera secundaria en la que había todo tipo de árboles frutales. Llegamos a un pueblecito en una cima, con subidas y bajadas. Teníamos hambre. Buscamos, y después de mirar cartas de los restaurantes y precios, nos decidimos por un restaurante en que hacían sopa de cebolla, que nos gusta mucho. A la hora del café, cerca de las cuatro de la tarde, vimos a un gran número de gente que se dirigía a la iglesia. Y decidimos ir a ver que acto social se iba a realizar. Pues nada más y nada menos que los niños de los colegios vecinos iban a cantar villancicos. Ni cortos ni perezosos entramos con la multitud a la iglesia y estuvimos un largo tiempo viendo como actuaban los niños de los colegios. La gracia, alegría y entusiasmo con que lo hacían.

Ya pasada la tarde volvimos de regreso al hotel. Para cuando llegamos ya era la hora de cenar.

M. Eva Reig

10 de febrer del 2025

VIAJAR

 

Extraída de: https://es.pngtree.com/freebackground/a-airplane-flying-over-the-cloud-inversion-during-sunset_15922063.html

Si te lo puedes permitir, viajar es enriquecedor. Conocer otros países, otras culturas. Yo diría que más que el dinero, la verdadera riqueza es la cultura y conocimientos. Que vayas donde vayas, en general, lo que quiere todo el mundo es comer y vivir en paz. Los países que están en guerra no hacen lo que es necesario para estar en paz.

Creo que la tierra nos proporciona los suficientes alimentos para todo el mundo, pero el reparto de la riqueza es insuficiente para los pobres. En el primer mundo hay muchos alimentos que van a la basura. También hay personas en situación de vulnerabilidad, sin conseguir una vivienda o perdiendo la que tienen por okupas, trabajo o que no tengan nada que comer.

Admiro las personas que tienen estudios superiores y que han viajado mucho. Yo no lo he hecho porque no sé idiomas. He tenido que trabajar, no me lo he podido permitir. Hay que conocer las leyes del país donde quieres visitar. Además temo que me pase algo malo en el extranjero y aun así me atreví ir a Venezuela que es muy bonito. Si podéis id a verlo.

Admiro también los que se atreven a viajar solos con una mochila, y tienen don de gentes e idiomas. En muchos países si te pones enfermo tienes que pagarlo, no es como España que tenemos cubierta la salud para todo el mundo.

Viajar es genial: nos abre la mente, reduce el estrés, liberamos endorfinas y mejora nuestra salud física y mental. Nos causa bienestar…

Cuando podáis haceros una “escapadita”.

Antonio Murillo Anting

LA MORERA CAPÍTULO 2

 
Extraída de: https://www.pexels.com/es-es/buscar/hombre%20solo/ 

La noche pasó, y amaneciendo ya, le sirvieron un café que no tocó con una magdalena que también quedó intacta en la bandeja, y un bocadillo que un agente dejó encajado entre dos de los barrotes de la celda, cuadrados, altos y entre los cuales no cabía un puño. Pensando, sonreía para sus adentros. No dejaban abierto ni el más mínimo resquicio de rebelión, y aun así era tratado con miedo, como si fuera una bestia sin domar que pudiera atacar sin aviso. Cuan equivocados estaban, sólo quería salir de allí, dejar todo aquello atrás y refugiarse en algún lado, no sabía dónde, pero sí donde no.

Vinieron a buscarle y, con la ropa destrozada y desnudo de un pie, le metieron en un coche patrulla. Sólo llevó consigo una manta, la misma que le dieron para dormir y de la cual se negó a desprenderse. Así llegó al juzgado y a otra celda donde esperar, aunque apenas una hora esta vez. En pocos minutos le llamaron a declarar ante la jueza, donde se negó, según su derecho, a decir nada más que su nombre y dirección. No estaba nervioso ni tranquilo. Ni triste ni contento. Se sentía más bien en off, cómo vacío de emociones. Se autorregulaba para conseguir aguantar, sabía que quedaba poco e intentaba vaciar la mente.

Fue rápido. Su caso archivado, ya que no hubo declaraciones en su contra. Él, acompañado a la entrada de los juzgados donde fue puesto en libertad y, por qué no decirlo, abandonado a su suerte. No te llevan en coche a tu casa después de todo. Si pensabas eso, te equivocabas. Pero su preocupación por cómo volver desapareció de golpe cuando vio a su hermana, la pequeña, esperando. Nunca se llevó bien con ella, excepto cuando era una niña, y él el encargado de cuidarla. Recordaba cuando, apenas con sus catorce o quince años, la tumbaba sobre su pecho y se quedaban dormidos los dos, ya tomado su biberón y cambiado el pañal. Y siempre supo que podía contar con su ayuda. Le conocía tan bien que lo primero que hizo al verle fue ofrecerle tabaco. Ella no fumaba, pero sabía que él se moriría de ganas tras más de treinta horas sin un cigarro. Se montaron en el coche familiar con destino el monte. La casa de sus padres era el único sitio adonde, de momento, podía acudir.

Jorge Blanco