13 d’octubre del 2025

Momentos de felicidad

 

                                                                 

Foto extraida de: https://www.google.com/searchq=felicidad&sca_esv=f95ce3253c08ec8f&rlz=1C1GCEA_enES1153ES1153&udm=2&biw=1920&bih=945&ei=NNvsaPPDI6Tp7_UPqKrbyQY&oq=felicidad&g


No sé su nombre, tampoco importa mucho para esta historia.

Ella es delgada, pero con pronunciadas caderas y hombros anchos lo que le daba otro aire a esa delgadez casi extrema. Sus ojos son grandes y con cierta mirada triste y con pelo liso y largo casi hasta la cintura. Tiene sobre unos treinta años y piel oscura.

En sus brazos se podía ver el paso de su vida, las marcas que su autocastigo habían dejado, señales de tristeza, señales de soledad.

Sus días transcurrían de una manera monótona, trabajar y volver a casa a su refugio, su calma era una vida sin alicientes, sin motivaciones aparentes, una vida de sobrevivir no vivir.

Ella buscaba el amor alguien quien rompiera su soledad, pero es peligroso buscar el amor, el amor aparece se encuentra, no se busca.

Por fin en una de sus múltiples búsquedas del amor encontró a una persona que le correspondía que estuviera por ella, pero era un amor casi imposible de corresponder compartían momentos de felicidad, momentos de lujuria y eran casi algo, no eran amantes, ni amigos con derecho, se llamaban y apagaban sus ganas hasta un nuevo momento de felicidad.

Que duro es conseguir el amor si no es correspondido en la misma manera o intensidad, eso pensaba ella cada vez que tenía los encuentros con su amante.

Todo acabó el día que ella descubrió sentimientos en su interior, se habían prometido no tener sentimientos, no contaminar los momentos de felicidad no contaminar eso que eran casi algo.

No volvieron a verse nunca más, este amor o como quieras llamarlo finalizó y su vida continuó, ella buscaba el amor en muchos brazos, muchos errores ¿o no?

En una de estas búsquedas encontró un ser que le calmaba en todo su ser, comprendía su manera de ser y comprendió sobre todo sus marcas tanto físicas y de su corazón. Estaba asustada esto hacía mucho tiempo que no le sucedía, descubrir a una persona así era un tanto abrumador y le daba miedo. Él rompió todos sus esquemas, el amor había germinado en ella y no iba a ser un amor fácil ni sencillo, provenían de lugares diferentes, la sociedad o la familia no lo entenderían, pero ella veía más allá, su amor era incondicional.

El tiempo transcurría y su amor se hacía más fuerte, mantenían largas conversaciones sobre sus vidas tanto pasadas como presentes, se estaban convirtiendo sobre todo en grandes amigos y tenían momentos de felicidad, hacía tiempo que no le pasaba a ella. Todo tiene un tiempo y un espacio y estaba sucediendo lo que hacía tiempo que ella deseaba, pero todo parecía difícil, complicado a la vez que su cabeza no paraba de repetir que debía vivir el momento y dejarse de pensar en lo que racionalmente es óptimo o no para ella o mejor dicho para la sociedad.

Ella decidió vivir este amor con libertad y sin prejuicios, le aportaba mucho en todos los sentidos. Decidió enfrentase por fin a sus fantasmas y a la sociedad, familia etc. que marcan los cánones.

Él era extranjero y de otra raza cosa que, aunque no se admita aún se crea prejuicio en esta sociedad aparentemente evolucionada y libre.

Sus sueños se hacían realidad ya no buscaba momentos de felicidad ahora tenia la felicidad en su corazón y en sus brazos. Sus ojos dejaron de ser tristes y las marcas de su piel parecían no existir y las señales de la soledad se atenuaron.

Volvió a ser una mujer llena de felicidad y libre de sus propias torturas, su vida comenzó de nuevo.

Anuska