Alegría, tristeza, apatía, ganas de comunicar, autismo, bienestar, ansiedad, optimismo, pesimismo, actividad, pasividad….etc., son diferentes situaciones personales que van alternándose o a veces son inherentes al individuo.
Estas características tienen mucho que ver con el estado de ánimo que sería el tono vital de la persona.
Hay personas estables, anímicamente con pocas variaciones, con gran capacidad de autocontrol. Que no sufren por bajadas ni subidas. No sienten ni padecen.
Otras personas tienen variaciones muy acusadas: tienen la subida y se sienten enfermizamente optimistas y pueden perder la noción de la realidad y gastar por encima de sus posibilidades o conducir a altas velocidades entre otras cosas. Cuando tienen la bajada el mundo se sume en la más profunda de las oscuridades. Esto último está catalogado psiquiátricamente como síndrome bipolar o síndrome maníaco depresivo.
Luego hay personas como yo cuyo estado de ánimo parece sometido a los caprichos del azar o de las situaciones. Te levantas baja y de tomas un café, esto te cambia el estado energético y ya estás animada para hacer cualquier actividad hasta que el cuerpo dice basta y vuelve a bajar el tono vital, entonces impera una coca-cola. Vuelves a subir, vas a ver a un amigo y este tiene problemas, te los transmite, otra bajada y otro café. Vuelves a casa a comer y broncas varias, bajada y siesta. Cuando te despiertas café, tónica o coca-cola. Con la subida vas a ver a una amiga, más problemas y bajada. Para subir, como ya pasan de las seis de la tarde impera una tónica, subida y a la biblioteca, después a cenar. En casa ambiente autista y amargado, más tónica. Luego haces alguna llamada telefónica para irte a la cama con buen sabor de boca y cuando vas a dormir los cafés, las coca-colas y la tónica te juegan una mala pasada y hay que tomar hipnóticos y hasta mañana cuando mi variable estado de ánimo me hará sus jugadas. Como un caprichoso bailarín que baila la danza de los estados de ánimo.
Lida